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El rostro curtido de Seymour Cassel y la intensidad de su interpretación metódica lo convirtieron en uno de los favoritos de directores independientes como John Cassavetes, apareciendo en películas como "Faces" y "Minnie y Moskowitz", donde su capacidad para encontrar humor en la desesperación y dignidad en el fracaso creó personajes secundarios inolvidables. Su disposición a aceptar material poco convencional y su comprensión de la improvisación aportaron autenticidad a papeles que requerían tanto vulnerabilidad como fuerza. Estos carteles de cine representan a un actor que demostró que los actores de personajes podían robarse la escena con un compromiso absoluto con la verdad emocional.
