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La belleza natural y la vivaz presencia de Maureen O'Sullivan en pantalla la convirtieron en la Jane perfecta para el Tarzán de Johnny Weissmuller, creando una de las parejas románticas más duraderas del cine, demostrando que las protagonistas podían ser glamurosas y atléticas a la vez. Su ascendencia irlandesa y su educación conventual aportaron refinamiento a los papeles de aventura, mientras que su disposición a afrontar los retos físicos hizo creíbles las secuencias de acción. Estos carteles de cine representan a una actriz que demostró que el atractivo femenino y el espíritu aventurero podían coexistir en el entretenimiento popular, inspirando a generaciones de heroínas de acción.
