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El rostro curtido y la presencia estoica de Charles Bronson lo convirtieron en el héroe justiciero perfecto en películas como "El deseo de la muerte" y westerns, donde su origen obrero aportaba autenticidad a los papeles de tipo duro. Su estrellato al final de su carrera demostró que los protagonistas poco convencionales podían encontrar público, mientras que su popularidad internacional demostró el atractivo universal de los personajes fuertes y silenciosos. Las experiencias reales del actor como minero de carbón y veterano de la Segunda Guerra Mundial dieron lugar a interpretaciones que nunca resultaron artificiales ni forzadas.
