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La belleza sueca y el atractivo internacional de Britt Ekland la convirtieron en una actriz muy solicitada en producciones europeas y hollywoodenses, desde el clásico de terror "El hombre de mimbre" hasta la película de Bond "El hombre de la pistola de oro", donde su exótico encanto y sensualidad natural crearon personajes memorables. Su disposición a trabajar en diferentes culturas e idiomas demostró una notable adaptabilidad, mientras que sus relaciones personales con músicos y actores famosos la mantuvieron en el ojo público. La carrera de la actriz reflejó el carácter internacional del cine de los años 70, cuando las fronteras parecían menos importantes que el talento.
