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El imponente físico y el porte brusco de Barton MacLane lo convirtieron en uno de los actores de reparto más fiables de Hollywood, especializándose en personajes rudos, policías y villanos en películas donde su autoridad natural y su origen obrero aportaban autenticidad a papeles que requerían tanto amenaza como humanidad. Su dilatada carrera, que abarcó desde la década de 1930 hasta la de 1960, demostró una notable consistencia, mientras que su capacidad para sugerir profundidad bajo las superficies ásperas hacía cautivadores incluso a personajes antipáticos. Estos carteles de cine muestran a un actor que demostró que los actores secundarios podían dejar una huella imborrable gracias a su profesionalismo y presencia en pantalla.
