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Los carteles cinematográficos polacos desarrollaron una tradición artística única que interpretaba las películas mediante metáforas visuales abstractas, surrealistas y a menudo extravagantes, en lugar de representaciones literales de la trama o los protagonistas, creando obras maestras dignas de una galería a partir de encargos comerciales. Estos extraordinarios carteles representan una escuela distintiva de diseño gráfico que consideraba el marketing cinematográfico como una bella obra de arte, a menudo produciendo imágenes más memorables que las propias películas. La estética del cartel polaco influyó en el diseño internacional, demostrando cómo la interpretación cultural podía transformar la publicidad en expresión artística.
